La placentera traición a la voluntad de Gabriel García Márquez

Por: Gustavo Torres Gómez

¿Qué nos convierte en lectores? ¿Dónde está el placer de la lectura? ¿Cómo se accede al camino de la literatura? No hay respuesta precisa para ninguno de estos cuestionamientos, sería catastrófico si se encontrara la fórmula para acceder, por más ensayos, técnicas o tesis que los cuervos de lo intelectual intenten aprovechar en sus mil doscientas disertaciones acaso espurias. La experiencia literaria dentro de lo subjetiva que pueda ser, por supuesto que se ciñe a convenciones dadas con el único objetivo de trazar un camino por el que cualquiera pueda transitar, sin embargo las bifurcaciones encontradas por las propias circunstancias del lector son en última instancia las que determinan si las obras permanecen o no en la memoria y corazón de las generaciones.

A cuenta particular, la decisión de convertirme en lector y después volcarme (en la medida de mis posibilidades) a la libertad que otorga la literatura fue en aquel fortuito momento en que "Ojos de perro azul", un compiladito de cuentos de corte exquisito llegó a mis manos, ojos y alma; en adelante, la urgencia de adentrarme en la obra de Gabriel García Márquez tuvo un pico muy acentuado sobre todo en los años de mi carrera, donde fue necesario robustecer el acervo a partir del conocimiento (todavía superficial) de la obra de las vacas sagradas de la literatura hispanoamericana. No hubo, hasta el día de hoy otro autor que compensara ese sabor a "primer amor" sobre sus letras, pues si bien es indudable y hasta ofensivo pensar en alguien a la altura de Borges con su labia cuasibarroca, su dominio casi total del vocabulario castellano o como Carlos Ruiz Zafón, el español que le hizo justicia a su nacionalidad escribiendo una de las sagas más espectaculares y jamás mejor escritas, ninguno de ellos fue capaz de bajar a ras de suelo para hacer sentir la tierra entre ortejos o el implacable calor de agosto esforzándose por acabar de una vez por todas con nuestros pulmones. Hablando de agosto, la hasta hace poco última novela inédita del colombiano se asomó en el horizonte de los meses para ser anunciada con bombo y platillo por Gandhi (al menos en territorio mexicano), y no hizo falta demasiada mercadotecnia para alebrestar la resignación aceptada de no volver a ver nunca otro libro de "El Gabo".

Sucedió en 2015 con "Los amigo", así sin "s" de mi gurú musical personal Luis Alberto Spinetta, pues el disco salió años después de su partida y tuvo en mí y en sus seguidores el mágico efecto de sentir que el "Flaco" había regresado un momento para dar un último mensaje, lo mismo con Leandro Fresco y su pieza instrumental "Sol de Medianoche" donde sigo pensando que realmente las puertas del más allá se abrieron y dejaron salir las guitarras de Gustavo Cerati durante los minutos que dura el tema. En este primer cuarto de 2024, "En Agosto Nos Vemos" acarrea la hermosa sensación de la burbuja en el tiempo, un paréntesis en el contínuum dimensional dentro del cual podemos ir el fin de semana a la librería, comprarnos el último libro de nuestro escritor favorito, pasear con la bolsita de celofán hasta el parque, comprar un raspado, unos nachos, observar a los niños correr sobre el pasto y regresar a la tarde para despedir el día con un café en la mano y el olor a libro nuevo en el otro, encontrándonos una vez más dentro de la mente maravillosa que nos cautivó toda la vida y hoy viene a decirnos que en realidad nunca se ha ido y todavía es capaz de dar batalla entre tanto impostor afincado sin permiso en nuestras neuronas.


"En Agosto Nos Vemos" fue en palabras de los hijos de García Márquez, un texto que nunca debió salir a la luz según la  explícita voluntad de su padre, ¿Razones? Inconsistencias, incongruencias, dificultades para reconocer el valor artístico de su propio trabajo. No puedo ser completamente objetivo con el análisis, primero porque como ha quedado de manifiesto, el sesgo de lo emocional es potente en mi psique si hablamos de algo que tenga que ver con el de Aracataca, sin embargo debo extender la derecha al autor (metafóricamente hablando) confirmando la falta de fuerza narrativa o cierto dejo de monotemática en una narración por demás corta, aunque ese reclamo de longitud no exime al lector más minucioso de poder apreciar los sutiles artificios en el uso de las palabras que solo una bestia literaria con este recorrido es capaz de formular, el oficio del colombiano es innegable en ese sentido. Una de las características más identificables en toda la obra del Gabo fue su vocabulario, deambulante hábil entre las formas más procaces y las maneras más exquisitas aunque con el paso de los años, sobre todo al final, sus formas terminaron imponiéndose sobre el contenido. Si me preguntan, el verdadero placer de leer a este autor estriba marcadamente en el disfrute de la palabra misma, de los alcances creativos y semánticos más que en las historias que pueda contar, por este lado, quienes se encarguen de hacer las traducciones a otros idiomas lo tendrán complicado en el esfuerzo de replicar el sabor de cada expresión y giro en el que estoy seguro, solo un nativo del castellano (además bien versado), será capaz de asimilar en toda su esencia y riqueza. Para leer al nóbel debe estar uno preparado para aceptar que él no hará concesiones esperando que los demás le entiendan, no es un best-seller barato que privilegie accesibilidad sobre popularidad, así que aun en estas circunstancias donde obviamente la intención de la editorial fue vender, no hace falta maquillar la verdad, la honestidad del autor quedó intacta.

Ana Magdalena Bach es la protagonista de esta historia, alguien que está en la frontera del medio centenario y que atada voluntariamente a una procesión anual, se ve inmersa en una serie de actos que pone a prueba su moralidad, enfrentada a lo que las ideologías "woke" de estos tiempos denominan "empoderamiento". Desde el nombre de ella, el resto del relato está cargado de referencias musicales de todo tipo. El dibujo del paisaje es como una flor primaveral, que se va abriendo en belleza conforme avanza la trama y si algún defecto puede achacársele, puede ser el pobre desarrollo de personajes, limitado seguramente por la extensión del texto mismo. A quien busque una típica novela con antagonistas y secundarios ordinarios, aquí no es.

EANV es un "must have" de los asiduos del colombiano, pero no es de ninguna manera el epítome de la narrativa latinoamericana; lo dicho: es descarada la intención de aprovechar este legajo para vender a como dé lugar, pero de nuevo con las comparativas musicales, si se entiende la obra como "bootleg", el lector deberá estar más que satisfecho pues como objeto coleccionable, la edición de pasta dura emitida por Diana es bella por dentro y por fuera, con diseño sutil y colores cargados de toda la nostalgia que empata perfectamente con este contenido perdido, encontrado, editado hábilmente por Cristóbal Pera. Más que un viaje en el tiempo, es la demostración de por qué al hablar de autores, los verbos deben estar siempre en presente.

La placentera traición a la voluntad de Gabriel García Márquez © 2024 by Gustavo Torres Gómez is licensed under Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International 

Comentarios

  1. Tuve sentimientos encontrados: la emoción de volver a tener un libro del Gabo y perderme en su líneas y por otro la sensación de que algo falta o no cuadra. El prólogo me hizo sentir culpable ante cualquier posible crítica, así que opté por centrarme en disfrutar.

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    1. Igual, el prólogo protege el texto de críticas y solo queda disfrutar 😃

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