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Mostrando entradas de agosto, 2015

Sobre el miedo y su evolución: una perspectiva parasociopsicológica. (parte 2)

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Por: Gustavo Torres G. Parte 2 Miedo al dolor. Si bien el placer de vivir está dado mayormente por la posibilidad de percibir el mundo a través de los sentidos, la capacidad de modificar la naturaleza a nuestro antojo o conveniencia, desencadenó un desafortunado malentendido entre lo que se volvió parte de la solución a necesidades mínimas de supervivencia, o lo que simplemente devolucionó en caprichos. Me explico: para resguardarse de los peligros de la naturaleza, nuestros antiquísimos antepasados recurrieron a la síntesis del refugio natural; abstrajeron la idea de la cueva, ese lugar confortable en las laderas de cerros y demás accidentes geográficos, crearon su propia versión de éstas pero con la ventaja de ubicarlas en lugares abiertos, sin depender del azaroso hecho de que exista tal cueva. Y entonces las cavernosidades artificiales   fueron agrandando y complejizando hasta el punto de lo ridículo. ¿Una mansión de mil metros cuadrados para una familia de tres individuos

Sobre el miedo y su evolución: una perspectiva parasociopsicológica.

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Parte 1 Por: Gustavo Torres G. El mundo quiere matarnos, eso es un hecho. La adaptación de la especie humana al entorno propio (la "civilización") es tan poderoso que no sólo ha terminado por establecer el único ecosistema posible a través del cual un individuo pueda desplegar todo su potencial, y como una ley física, el costo de esta dependencia implica también transformaciones profundas en el adalid de nuestra gloria y sufrimiento: el pensamiento, los retruécanos de nuestra actividad característica como seres vivos superiores (¡ja!). Cualquier cosa que represente riesgo a esa condición humanizante desemboca en una de las reacciones universales para todo el reino animal: el miedo. Miedo a la muerte. El más primigenio de los instintos es aquel que nos previene y alerta de morir. Dejar de vivir no es negocio para ningún ser vivo, a menos que, como en ciertas tragedias shakespereanas de la naturaleza, la muerte simbolice sólo el inicio de un nuevo resplandor; me viene a l