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Mostrando entradas de 2017

Laberinto

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Por: Gustavo Torres G. Bajé por la cordillera en poco más de tres días. Ninguna montaña cedía ante mi paso, como si supieran a dónde quería llegar. A cuatro pasos del inicio de su falda, tu vestido rojo pendía de las ramas de un olivo. No supe si llorar o agradecer, pero corrí como si aun tuviera ganas de hacerlo; ya en mis manos, sólo atiné levantarlo para suplicar en silencio por tu alma, nada más podía hacer. Aun tenía el corazón explotando de emoción al confirmar nuestra victoria ante aquel gigantesco dios hindú de tresmil pestañas, creías que no era posible vencerlo, pero lo hicimos, como dos faisanes imponiéndose por hermosura ante el gavilán. En verdad lo disfruté. Tu sonrisa encajada en el aroma del triunfo me dijo lo mismo… el silencio del universo fue nuestro premio. Ahora el viento intentaba maquillar la desolación, primero en una hondonada ártica hermosa, después disfrazado de brisa implacable. Todo eras tú, menos el viento. Fue extraño verme de nuevo ante el mundo en

Sobre el miedo y su evolución. Parte 3 y última.

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Por: Gustavo Torres G. Miedo a ser uno mismo. Tras la prolongadísima pausa hecha entre la parte intermedia y esta, la última, no es pretexto el hecho de no saber cuál de todos los miedos está inminentemente presente en la humanidad tal como la conocemos, simplemente había que madurar cómo plantearlo desde un lugar objetivo, no irascible. Finalmente caí en la cuenta que la tendencia a la asociación como mecanismo de supervivencia social es un poderoso motor constructor de grupos, donde de hecho, muchísimas prácticas formativas en edades generalmente tempranas contribuyen a estructurar la faz con la cual el individuo pueda ser aceptado en los contextos que enfrentará a lo largo de su vida. Se ha dicho en dosmil ensayos este asunto de “la faz” como la máscara que utilizamos para mostrarnos a otros; pocos evidencian su verdadero yo por temor a desencajar, a ser señalado, a romper lazos (reales y posibles). ¿Qué tan grave es no ser parte del grupo? Cada cual valora la respuesta d

La república del corazón

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Por: Gustavo Torres G. Recientemente leía un artículo sobre algún tema seguramente espurio, producto del ocio, donde se afirmaba, por alguna razón que no explicaré ahora, que sólo el 25% de la población tiene alma. Si bien no soy afecto a tratar temas metafísicos o de filosofía trascendental, sentí una perturbación en los cimientos del pensar. Las preguntas son inmediatas, algunas automáticas, y la reflexión es obligada. El concepto de alma Aparece como inseparable la concepción general de que alma es sinónimo de movimiento, una demostración de vida, con la maravilla inherente de la conciencia al concebir el hecho, por cualquiera que sea el origen o motor. Coincido con Aristóteles al determinar inasible la naturaleza de la misma, pero en cuya complejidad, los anales de todas las formas organizadas de reflexión han tratado de dotar de algún sentido metodológico. Si la memoria no me traiciona, de los antiguos egipcios es posible distinguir entre al menos tres tipos o niveles d

El diluvio que viene (invocado)

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Por Gustavo Torres G.   Dos clases de superstición gobiernan inconscientemente mi forma de ver la vida, no se de dónde salieron, ni por qué les sigo teniendo fe. Ambas tienen que ver con el sentido de renovación que la naturaleza nos recuerda se debe tener; por ejemplo, el hecho de que la gripe o resfriados no son otra cosa que una etapa de mutación que nos prepara y transforma hacia personas más fuertes para lo que viene. No sé tú, pero siempre el primer día de salud después de una semana de tos y calenturas, parece convertirnos en el ser más poderoso sobre la faz de la tierra. La enfermedad inmuniza, cicatriza el alma cuando se sabe enfrentarla. La lluvia es esa otra cosa que indudablemente, sin temor a caer en un lugar común, representa efectivamente, un acto de limpieza, de purificación. Para como se están dando las cosas en el país, estas tres tormentas consecutivas en la región no son otra cosa que la ratificación de una premonición construida: todo se cae a pedazos. H