jueves, 1 de julio de 2021

Reto de lectura 2021 (6/12): Las torres del olvido, de George Turner

  

Reto de lectura 2021 (6/12): Las torres del olvido, de George Turner

Por: Gustavo Torres G.

Con el gusto de tomar un libro que llegó a mí como un muy bonito regalo en el mes de mayo, esperé hasta que iniciara junio para darle su espacio y disfrutar sin prisas Las torres del olvido, obra cumbre de George Turner, de quien sinceramente no tenía idea hasta que tuve la novela en mis manos.

Las torres del olvido es una novela de ciencia ficción ambientada en una Tierra pre y apocalíptica, contada de forma tan original que me resultó imposible referenciar otro autor que emplease una técnica literaria similar. Se hace evidente la influencia de Huxley en cuanto al tono social en la temática del clasismo (que en esta obra, como en la del inglés, es centralísima, trascendental). He encontrado algunos comentarios donde se mete a Asimov como otra probable inspiración, pero encuentro muy lejana y forzada esa situación, en especial porque el componente tecnológico queda en segundo o hasta tercer plano y la reflexión filosófica trascendental tampoco tiene los alcances de la bestia literaria que innegablemente fue y sigue siendo el ruso-estadounidense, sin embargo, los méritos en Las torres... van por otro lado, aquí mi análisis y crítica al respecto.


La trampa de las distopías

Para quienes nos gusta escribir ficción, la tentación de ambientar historias en tiempos no pretéritos, sino todo lo contrario, es constante, sobre todo porque en apariencia, a nadie le consta que lo que uno pretende contar no pasará, basta tener dos dedos de frente para darse cuenta que la situación no apunta a algo lo suficientemente favorable como para esperar una sociedad distinta a lo distópico: todo se va a ir al garete, pues. El mérito de quien cree su mundo en futuros postapocalípticos pasa más bien por el respeto fundamental a las reglas aristotélicas de la creación literaria, esas que dictan cierta lógica y congruencia con las referencias desde la realidad que va desarrollándose en nuestro presente, y me parece que George Turner lo hace casi impecablemente, en Las torres del olvido, su construcción de la realidad social es absolutamente creíble, tanto que, de hecho,  parecería una profecía que desde ya se ha estado cumpliendo, es inevitable para todos nosotros negar que el asunto de la sobrepoblación del mundo, el cambio climático y la caída del capitalismo nos va a llevar a un lugar del cual nuestros hijos y nietos seguramente no tendrán escapatoria. En definitiva, Turner levanta la mano sobre los otros autores mencionados para destacarse de ellos en cuanto a eso, es un visionario con el conocimiento suficiente como para presentar un entorno que dista (no en demasía) de lo que vivimos hoy, pero tiene el cuidado de no convertirse en una fantasía sin sentido y con exceso de efectos especiales. 

La idea huxleana (si se vale el término) de la división de clases (en este caso los infra vs los supra) cumple con su cometido de hacernos ver como ridículo el asunto de la segregación entre seres humanos, no solo porque la idea per sé es vomitiva, sino porque dentro de la literariedad que se puede permitir cada escritor, al menos Huxley justificaba su estratificación ficticia desde lo genético, lo biológico; Turner no tiene empacho en mostrar que la segmentación de la humanidad por mero poder adquisitivo es todavía más pueril y deleznable, es poco menos que estúpido y aun así lo aceptamos hoy, en fin...


La técnica narrativa

A diferencia de prácticamente todo lo que he leído, esta novela cambia de narrador protagonista como quien cambia de ropa cada mañana. No hay nunca un omnisciente que vaya llevando el hilo de la trama, que resulta también muy confusa desde el inicio, pues incluso la temporalidad de los hechos para el lector cambia casi tan constantemente como los "ángulos de cámara" con los cuales podemos ver el panorama de la historia. Si bien la trama es una sola, se tiene la posibilidad de, en ocasiones, volver a visitar ciertos lugares o situaciones hasta dos o tres veces, pero con la perspectiva de personajes distintos... y es maravilloso. Salvo dos o tres capítulos donde me pareció innecesario hacer ese cambio de mano dado que no se aportaba nada a la narrativa, el resto de las ocasiones, una vez acostumbrado a esos saltos de cuerpo, la verdad es que contribuía a hacer llevadera la lectura, no por aburrida, sino por la cantidad de formas de entender una misma cosa. Riesgoso por parte del autor, pero lo logró. 


Personas, personajes y diatribas personales

Salvo uno o dos casos, los personajes acá están perfectamente trabajados. Uno pensaría que el pedante de Francis (un niño altanero, prepotente, subido) hubiese sido el antihéroe de la novela, o acaso una suerte de hombre redimido hacia el final de la historia, pero no, Turner no se anduvo con cursilerías y dictó sentencia justa a cada uno de sus actores conforme a lo que la lógica apuntaba desde el inicio. No hay un momento climático al uso, no es "El vengador del futuro" ni nada parecido. El precio que paga cada elemento por pensar, sentir y vivir según sus formas, es justo; no se si hubo final feliz, pero tampoco puedo hablar de complacencias innecesarias. La vida es así. La intención clara de hacer de Billy Kovacs un personaje entrañable queda a deber, lo mismo que con Teddy Conway, a quien le podría atribuir la frase más importante de todo el libro, un "vámonos, papá" que tendría que haber sido demoledor y no lo logra, tal vez el único pecado grave como escritor de parte de George T.

Lo gris del ambiente termina en algún punto por contagiar de indiferencia las reacciones emocionales de personajes que no logran crecer nunca y que más bien se adaptan a los desvaríos de las dificultades que se presentan, incluso un "te amo" se vuelve una consecuencia de lo que pasa, más que haber sido una expresión producto de una emoción o decisión consciente.

La sentencia final

Las torres del olvido es un libro esencial para cualquiera que se diga amante de la ciencia ficción apocalíptica, brinda un escenario sociopolítico sobrecogedor por cuanto es parecido a nuestro mundo hoy, incluyendo una situación de pandemia (asombroso, tomando en cuenta que se escribió en 1989, si no mal recuerdo). Como he mencionado, la narrativa y la precisión en cuando al manejo de la situación social y económica son las grandes fortalezas de este texto, pero penosamente debo decir que el "no mojarse" o arriesgarse de Turner en cuanto a la configuración del futuro en términos tecnológicos puede considerarse un tache, y serio. Las referencias a los hoverbuses o hovertaxis (en clara referencia a los hoverboards de Volver al futuro) los entendí como un tímido y mediocre intento de plantar elementos ambientales que conformasen nuestra presencia ante un futuro con logros técnicos tales que resulte innegable nuestro viaje en el tiempo literario, pero la verdad es que no se da. Se siguen mencionando grabaciones en cinta, computadoras enormes o comunicación alámbrica, en este sentido, cualquiera diría que hubiera sido imposible prever la existencia de la tecnología del 2050, pero hay tendencias, y es ahí cuando Moore, Asimov, Jodorowsky, Brunner, y tantos otros le dan la vuelta mil veces, eran verdaderos visionarios en ese sentido.

Podría sonar a broma, pero la precariedad con la cual se cuenta la forma de vida de los personajes en ese punto de Australia (Newport) en el año 2050 es mucho menos peor que lo que se encuentra uno a la vuelta de la esquina en cualquier país de América Latina y seguramente el sur de Asia. Al autor le falta barrio, pues. Desde su burbuja y escritorio del primer mundo le faltó conocer realidades que han estado en este bonito planeta desde hace décadas, la trama se pudo haber desarrollado en Singapur o algún barrio bravo de Tijuana o favela en Brasilia y no habría diferencia.

Como historia, como objeto de análisis literario, es un must have, un 10/10. Con respecto a los últimos aspectos mencionados, la verdad es que habría que ser demasiado exigente como para permitir que eso echara a perder la lectura de un libro por demás interesante y que cumple con su cometido de ser una llamada de atención para los años que vienen. El futuro va a ser muy, muy feo.




domingo, 6 de junio de 2021

“Qué guapa es la Lupita Jones”, o de cómo la decepción electoral se sigue alimentando.

 Qué guapa es la Lupita Jones”, o de cómo la decepción electoral se sigue alimentando.

Por: Gustavo Torres G.

Qué guapa es la Lupita Jones”, escuché detrás de mí mientras hacía fila para votar este nublado 6 de junio de 2021. Dos adorables señoras de edad conversaban previo a ejercer legítimamente su derecho a elegir. Tuve que sofocar una carcajada desde el fondo de mi corazón y reprimirla, igual que un extraño sentimiento al que no supe identificar: transitaba entre la desesperanza, la excitación por la anagnórisis emanada de la conversación a mis espaldas (me parece que se entiende cómo una frase tan sencilla puede ser reflejo de tantas cosas) y seguramente la confirmación de que a este paso, no podemos llegar a ningún lado si seguimos creyendo que la solución está en la política partidista y los momentos electorales.

Hacía tiempo que quería escribir al respecto de la época de comicios, pero preferí esperarme un poco hasta no tener ya cierta noción de los resultados y darle algo de crédito a una sociedad que de entrada, comenzaba a perderme una vez más, como cada tanto que se convoca a las urnas, y es que para quien tenga dos dedos de frente, asimilar la cultura electoral de cada uno de los miembros que la integran (básicamente, toda la población adulta del país), es cuando menos, un espectáculo dantesco. No se puede creer el circo mediático en el que se ha convertido el asunto desde hace ya varios años, el ansia de poder ha volcado a quienes pretenden tomarle un cacho, explotar con descaro las más sucias triquiñuelas sociales; cosas que desde lo teórico apuntarían a ejemplificar supuestos en mundos de caramelo, lógicas de convivencia que sólo Platón en su primigenia e inocente forma de ver las cosas pasarían, pero que la más directa y desalmada idea del buen Maquiavelo confirmarían con una sonrisa de oreja a oreja y ambas manos a la cintura. El ansia de poder es cabrona.

Recientemente, en la grabación del podcast en el cual tengo el gusto de acompañar a mis estudiantes de bachillerato (El Cuartito, se encuentra en Spotify e Ivoox, perdón por el comercial), los chicos cuestionaban al queridísimo y respetable sociólogo Jesús Vera Pons sobre su opinión personal acerca de los políticos, la respuesta que dio me pasmó un momento, dada la contundente sinceridad, pues apenas unos minutos antes, justamente charlando acerca de la corrección política, el también teólogo disertaba en un tono de tranquilidad y conciliación tal, que resultó gran vuelta de tuerca la cita que en su momento me sirvió de estafeta: “los políticos son unos mentirosos (…) se aprovechan de su posición para engañar”. Así, directo. Vi espacio y rematé: “además de mentirosos, payasos, literalmente”. Y miren que el uso de palabras como “literalmente” no son propias de mi vocabulario, pero en esta ocasión, a mi pesar, se empleó tal cual ameritaba. ¿Conocen la “oferta electoral” en el resto del país? Aquí algunos penosos ejemplos:

Carlos Villagrán, el famoso “Kiko” de la infame Vecindad del Chavo, osó postularse para luego renunciar a su candidatura para el cargo de gobernador en el estado de Querétaro. Menos mal que le hicieron el feo. Como dirían algunas personas que respeto mucho, puede o no importar la preparación académica o experiencia política, pero también hay límites; en Estados Unidos ya tuvieron a Reagan como un insólito caso de actores dentro del cargo más importante del mundo, con resultados más bien cuestionables desde lo social (nadie niega sus logros en el desarrollo económico e industrial en su gestión), pero los tiempos eran otros, su acérrima convicción en contra del fulgurante comunismo al otro lado del mundo y pisando los talones norteamericanos en lo geográfico y político, facilitaron su ascenso al poder, en una suerte de cara amable contra el cáncer que intentaban erradicar, había un convencimiento desde lo ideológico y eso lo aprovechó perfectamente la maquinaria capitalista del entonces Gran Tío Sam. ¿Cuáles serán las convicciones políticas del señor Villagrán? ¿Librarnos de la chusma?



Alfredo Adame, probablemente la cara más asquerosa de la política fincada en imagen pública, pues aunque no me consta de primera mano, basta con googlear su nombre y tanto en forma de artículos escritos, como en material audiovisual en prácticamente todas las plataformas de intercambio social, el señor se ha construido la reputación de majadero, vulgar y tranza. Acusado de varios cargos, entre ellos, malversación de fondos de campaña, este tipo se la ha pasado maldiciendo y vituperando en contra del nombre que le pongan enfrente. Bastó con su candidatura a la alcaldía de Tlalpan para demostrar con toda tranquilidad que Redes Sociales Progresistas es la mejor agencia de representantes de México, teniendo además, al menos ocho candidaturas en diferentes puestos y localidades en el resto del país, todas y cada una de ellas con perfiles igual o más penosos, una verdadera mentada de madre, pues. Al momento de escribir este artículo, se daba a conocer el resultado de la casilla donde el susodicho emitió su voto y el resultado a su favor (más bien del nuestro) era de 1. Te amo, gente de Tlalpan que no conozco.



Tinieblas Jr., Mariana “La Barbie” Juárez, Blue Demon Jr., Adolfo “El Bofo Bautista”, y un puño más… en el afán de tener rostros conocidos, el RSP y el Partido Encuentro Solidario reclutaron a ex deportistas (que yo sepa, la señorita Juárez sigue en activo) para intentar ganar diputaciones y alcaldías. Ok, puede que esté juzgando mal y estas respetables personas en verdad saben lo que están haciendo y además con visión para mejorar los lugares a partir de su posible futuro puesto, pero ¿era necesario lanzarse en campaña con todo y máscara? ¿No es ilegal? ¿No les da vergüenza? ¿Y si no son ellos? ¿Van a mejorar al país a punta de chingadazos, o cómo? Lo dejo a su interpretación, yo ya no puedo más.



Rocío Pino: el pináculo de la desvergüenza y el cinismo partidista. Con una vulgaridad sin límites, la señora que ha hecho parte de su negocio en Onlyfans (plataforma de contenido explícito) ha lanzado su campaña bajo el lema “Chichis para todas”, en un intento estúpido de ganar notoriedad a partir de consignas pseudorrompedoras y de dudosa carga feminista (que alguna me explique si me estoy equivocando), si esto no fuera poco, la publicidad utilizada incluye su imagen completamente sin ropa y teniendo como principal protagonista su propio cuerpo en estado de embarazo, seguramente queriendo abaratar el significado de la palabra “empoderar” en el contexto de las embarazadas. La prensa internacional ha hecho sorna de la situación y a mí, la verdad me da pena. ¿Soy un persignado? Afortunadamente, no.


La lista de personajes sigue y sigue, con más deportistas, encueratrices, ninis famosos en el mundillo del espectáculo, youtubers, cantantes, etc. No únicamente el RSP o PES han lanzado contendientes de dudosa índole, en lo que respecta a mi estado, Baja California, tampoco es que se esté cocinando a lo gourmet, y es entonces cuando paso de la risa al honesto nervio y desesperanza, porque como conté al inicio de este texto, en verdad la inocencia de mucha gente raya casi en lo increíble, estas señoras, cuidando su sana distancia a metro y medio de mi espalda, continuaron la plática sabrosa en relación al orgullo que les causaba que Lupita Jones, mexicalense, aun hermosa y de lozanía en categoría internacional, estuviera de candidata. No me escandaliza el mero hecho de la posibilidad de elegirla, está claro que ha tenido experiencias en el mundo, que su experiencia empresarial de alguna manera haya respaldado esta aventura en pos de ser la primera mujer gobernadora del estado, lo que me saca de quicio son las razones por la cuales votamos: tal como sucedió con la gallardía y guapura de Enrique Peña Nieto, la posiblemente injusta descalificación de la Jones estaría más bien precedida por el lugar que su propia gente la habría otorgado, y que no es otro que el de “la eterna Miss Universo”. ¿Cuáles eran sus propuestas, plan de acción, ideas, objetivos, alianzas, su diagnóstico de la situación en la región? ¿En verdad conoce las necesidades de la gente de a pie? ¿De quién es títere? ¿Tan desesperados estaban los dinosaurios que acabaron por inventarse Va por México? ¿Ya no tiene dignidad el PRD? ¿Y la izquierda, apá? ¿PRI y PAN en alianza? ¿Cómo se iban a repartir el tajo? ¿Tanto les cuesta dejarlo?





De Hank Rhon, ni me molestaré en dar detalles, simplemente culpar a quiénes le apoyan por el hecho de no tener memoria. No diré nada más, cada cual haga remembranza o investigue sin sesgos.

De Morena, la decepción venía ya de cajón, con la de cosas que se han pasado a conveniencia por el arco del triunfo, la dudosísima calidad moral y ética de muchos de los aspirantes al poder no sólo en la región, sino en el resto del país, nunca mejor citado el inmortal Dewey (no el sociólogo, gente, sino el hermano de Malcolm): “no esperaba nada de ustedes y aún así lograron decepcionarme”. Y el problema es que se han creído todo aquello de ser la última coca del desierto. Si bien son un gran factor de cambio en potencia, el miedo reside en el uso que hagan del momento político del que disfrutan y disfrutarán al menos hasta que López Obrador termine su gestión, pues vaticino (apunten esto) el regreso inevitable y lamentable de la vieja guardia para el próximo sexenio.

En fin, cuando se hablaba del circo de la política, jamás se esperaba que fuese literal, ¿Vaya poder del lenguaje, no? Hablar de panistas, priistas, morenistas, perredistas y lo que les siga, ya no es indicio de gente convencida, sino de hábitos arcaicos que siguen viendo en los partidos esperanzas infundadas, emanaciones y oportunidades para generar identidad, como si de ridículos equipos de futbol se tratase; pertenecer a un partido político, entiendo, se justificaría solo porque se es parte de su mesa operativa, pero apostar la fe , ahogar el raciocinio en virtud de “sus colores” es una pena de muerte para la democracia. A algunos mayores les parecerá tema menor, pero hay generaciones que terminarán pagando muy, muy pronto, los réditos reclamados a lo largo de décadas por la intransigencia de una sociedad que permitió hacer de la política un cabaret nihilista.


Fuentes

Ramírez, S. (2021), Elecciones 2021 México: artistas, luchadores, exfutbolistas y cantantes van como candidatos (razon.com.mx)

Agencia EFE (2021), Rocío Pino, la candidata mexicana a diputada que promete implantes de senos gratis - El Comercio

Ordaz, P. (2011), Detienen en México a un exalcalde de Tijuana con un arsenal | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

lunes, 31 de mayo de 2021

Reto de lectura 2021 (5/12): Décimas a Dios, de Guadalupe Amor

 

Reto de lectura 2021 (5/12): Décimas a Dios, de Guadalupe Amor

Por: Gustavo Torres G.

"Me parecen ingenuos aquellos que, creyendo sólo en la materia, piensan que tienen en su poder los secretos del universo (...) y cobardes me parecen esos otros (...) que por temor de saber algo nuevo e incómodo, heredan un Dios, usan y abusan de él, y así creen que resuelven sus conflictos con la vida y con la muerte" (Amor, 1953).

El calendario literario marcó poesía para el mes de mayo, la elección fue complicada. Entre los montones de opciones por tomar, recordé a una vieja vieja, viejísima, desprestigiada por las élites y convertida en la comidilla de la farándula y política mexicana a lo largo del tiempo: Pita Amor.

Autodenominada la undécima musa, una especie de lujo inmerecido para nuestro país, Guadalupe Amor fue una mujer que se codeó con la auténtica crema y nata de su época, tanto de México, como del extranjero; se le sabe, por ejemplo, vínculos con Picasso, Dalí, Rulfo, Khalo, y un inmenso etcétera que explican con lujo de razón su posterior postura de diva. Su parentesco con la inmamable Elena Poniatowska (lo siento, no soporto a esa señora) le validaba todavía más para decirse y sentirse de la alcurnia (muy en el sentido porfirista de la expresión) que se fue diluyendo con el inevitable paso del tiempo. Aun así, parte de su obra quedó realmente para la posteridad, aunque tal vez no con el nivel de reconocimiento que siempre reclamó (se le considera en el mundillo literario, una especie de poetisa de bajo nivel) y pocas veces obtuvo.

La compilación de poemas que elegí ha sido Décimas a Dios, un librito que se alcanza a terminar en media hora, pero que definitivamente deja huella para la eternidad, ya sea por lo increíblemente ligera que resulta la lectura, sin metáforas, sin figuras retóricas demasiado rebuscadas, o por el contrario, lo pesado que seguramente fue en su época, a mediados del siglo pasado, pues ella no escatima en dudar de Dios, sobre todo reconociendo su ausencia como principal evidencia de su existencia, pero ante todo, por su incapacidad reconocida de ser humana, un ente de carne y hueso incapaz de dimensionar lo que Él o Eso significa para su propia vida.



Como de costumbre, Pita Amor hace gala de su musicalidad en décimas perfectamente ajustadas a la métrica más tradicional, contrastando con lo contestatario que resulta su discurso de reclamo, a veces lleno de odio, a veces de amor, pero nunca falto de pasión, generando interesantes pretextos para transformarse ella misma en su propio anatema. La maestría de su sencillez reluce como pocas veces en el resto de su obra.



Con incisiva sinceridad, los reclamos al Todopoderoso no cesan ni una estrofa a lo largo de todo el libro, y con lógica aplastante, convierte las rimas consonantes en su mejor arma contra la legítima duda acerca de la validez de la existencia y creencia de Dios.



Décimas a Dios es transgresor, es rápido, contundente y un verdadero caramelo para quienes se van iniciando en la lírica, el más puro y potente de los géneros literarios, es casi como un carnaval hermoso de palabras.

 De Pita, se hicieron innumerables parodias, sobre todo en la triste, tristísima etapa final de su vida, si no mal recuerdo, a inicios de los dosmiles, cuando prácticamente nada del glamour y el lujo de antaño quedaba en aquella señora decrépita, loca y que terminó viviendo en su mansión abandonada, cayéndose a pedazos y con ella caminando entre sus propias heces; una muerte acaso injustamente antipoética para quien llegara a reconocerse (al menos desde mi punto de vista) como la primera, única y auténtica feminista desde el arte contemporáneo, sí, como cuarenta escalones debajo de una auténtica deidad como Juana de Asbaje, pero lo suficientemente lúcida como para componer su implacable Letanía de mis defectos, que arrojaba inclemente:

Soy histérica, loca, desquiciada;
pero a la eternidad ya sentenciada.

Grande, Pita Amor. Grande para siempre.



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lunes, 3 de mayo de 2021

Reto de lectura 2021 (4/12): El chico sobre la caja de madera, de Leon Leyson

Reto de lectura 2021 (4/12): El chico sobre la caja de madera, de Leon Leyson

Por: Gustavo Torres G.

Con el reto de leer en abril algo basado en una historia real, prácticamente pesqué una de las sugerencias hechas para el club de lectura en la escuela donde trabajo, y utilizo ese verbo porque realmente no es un género al que sea muy afecto, en muchos sentidos disfruto mucho más la consulta directa en la bibliografía especializada que en la novelización del hecho que me digan. No menosprecio la narrativa histórica es pos de una intención literaria, de hecho, creo que el valor de estas es tremendo cuando viene de alguien que estuvo en el tiempo y lugar en cuestión, tal como sucede con este relato autobiográfico del que hablaré brevemente.

¿Merece una reseña más amplia? No lo sé, igual sí, habrá quienes estén todavía dentro del natural hype que despierta el conocimiento y descubrimiento de los sucesos tras cada una de las guerras mundiales, en especial la segunda, resulta terrible y trágicamente fascinante, pero en mi caso, ese asombro ha pasado a ser desde hace ya rato una especie de asco por datos que en verdad ya no resulta agradable repasar. Como docente me ha tocado ver el tema una y otra vez en diferentes niveles, siempre por necesidad de los contenidos que deben abordarse, y por absoluta curiosidad, años atrás me ví absorto en las bibliotecas locales escarbando en el material disponible tanto en texto como en audio y video, con tal de conocer a fondo tan lamentable episodio. 

A quienes hayan visto La Lista de Schindler, de Steven Spielberg, El chico sobre la caja de madera les dará un apéndice exquisito (históricamente hablando) dentro de la vida de uno de los sobrevivientes cuya vida posterior a la guerra se debe absolutamente a los actos absolutamente heroicos del ya mencionado Óskar Schindler; Leon Leyson cuenta con detalle cómo fue la llegada del ejército nazi a Polonia, por allá de 1938, destruyendo la vida tal cual se conocía de la totalidad de sus habitantes, y por supuesto, de su familia. No porque ya se conozcan las circunstancias de los campos de concentración y las condiciones en a las que era sometido el pueblo judío deja de ser un relato fascinante, tristemente fascinante; resulta sofocante volver a presenciar, a través de las palabras, las aberraciones y abusos de los uniformados alemanes tras el discurso antisemita con el cual operaban política e ideológicamente.

La muerte  de Tsalig, uno de los hermanos de Leon, me quebró absolutamente, era justo el tipo de cosas que sabía me iba a encontrar en la lectura y debo decir que para efectos meramente literarios, fue lo mejor que encontré en el libro: breve, elegante, conmovedor, desgarrador. Resana, restaura el alma en cierta medida el final de la historia, que sirve de epílogo para quienes, de nuevo, tengan fresca la referencia la película de Spielberg. No sucede nada extraordinario, pero no deja de ser interesante saber qué fue de los miles de refugiados en Estados Unidos el el periodo de posguerra, aunque rescato la contundente forma en que Leyson dictamina sin recato que la Norteamérica que el idealizaba no es en realidad tan distinta de lo que sucedió en Europa años detrás, esto en referencia a cómo presencia actos de racismo durante los años subsecuentes...

Valoración final: el autor no es un genio literario, queda claro, el manejo del lenguaje es ajustado, con apenas media cucharada de literariedad, y eso sí, mucha literalidad, tal cual el fin histórico que persigue hace fiel su discurso. Conmueven los hechos, no las palabras, si es eso lo que se busca, hay varios autores que le dan la vuelta varias veces, sin embargo, como ya he dicho, abrir una veta más hacia ese pasado que ya no debe repetirse bajo ninguna circunstancia, tiene su mérito, y el respeto es absoluto cuando se sabe que el autor deja parte de su alma en un relato por cuando menos interesante, se va como agua si se tiene referencias mínimas en lo histórico y por supuesto, un poco de corazón para soportar los horrores de la guerra desde adentro.





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sábado, 3 de abril de 2021

Reto de lectura 2021 (3/12): Los perros duros no bailan, de Arturo Pérez-Reverte

 

Reto de lectura 2021 (3/12): Los perros duros no bailan, de Arturo Pérez-Reverte

Por: Gustavo Torres G.

Hay dos o tres libros en mi colección que no he terminado por falta de valor. Esto que reconozco como apego bibliófilo me pega muy duro cuando se trata de obras que he llegado a estimar tanto, que finalizar su lectura representa una especie de despedida, tal que un tanatólogo podría fácilmente atenderme so pretexto de semejante ridiculez. 

Cuando me recomendaron Los perros duros no bailan y supe que lo del nombre no era una metáfora, entendí que el verdadero reto de la lectura estribaría en cómo vencer este miedo atávico de confrontar una historia que intuía, como mínimo, terminaría por despedazarme emocionalmente, y sí, lo hizo. 

Intentaré explicar por qué sin dar demasiados detalles de una historia que se siente brevísima (es una novela corta, de por sí), pero que no requiere demasiado para permear en el alma de cualquier lector, aunque eso de los perros tal vez le parezca ajeno.


Amor-odio, mi relación como lector de Perez-Reverte

Hasta antes de esta novela, me había topado ya con tres más de este autor español, y el marcador, era, digamos, disparejo y complejo: la primera vez que lo leí, tiré el libro (cuyo nombre apenas recuerdo), y presumo de tal acto cuando digo que la culpa de no terminar a veces es del autor y no de uno. Con La Tabla de Flandes, ocurrió todo lo contrario, al punto que es uno de esos que también presumo haber terminado en una sola noche (adictivo como pocos, no dejó caer párpados hasta que lo terminé, una madrugada del ya lejano 2005). En el paso del tiempo, apenas iniciado con La Reina del Sur, tome la decisión de no perder mi tiempo con lo que entonces consideré una apología del narco, sumado al manejo ridículo de la jerga que me topé en las primeras páginas (eso lo sostengo hasta el día de hoy). Tenía elementos para declinar la recomendación, pero decidí seguir adelante, y no me arrepiento. El marcador se ha empatado a favor del buen Arturo (se salvó el condenadote).


El gusto de ponerse en la piel de un firulais

En serio, debería considerarse hacer una versión en live action de este libro, algo así como La Dama y el Vagabundo en el Mundo Real, o Lassie y sus aventuras en un tugurio. Lo fácil para cualquiera con la idea de contar una historia sobre perros sería irse a los lugares comunes y simplemente “mostrar a cámara” lo que vemos los humanos, pero no es así, Pérez-Reverte saca la casta para contar con auténtica maestría, absoluto oficio, una historia trepidante, divertida, desopilante por momentos e increíblemente empática con el posible real sentir de estos animalitos que han tenido la mala fortuna de compartir el mundo con nosotros. Todo todo todo todo el entusiasmo que es capaz de contagiar un perro simplemente con existir, se traslada impecablemente a través de diálogos que empatan absolutamente con la personalidad de cada una de las razas que van acompañando al protagonista a lo largo de toda su odisea, tal que de pronto un pequeño y alargado perraco de caza atrapado en la comodidad de su casa de pronto no tiene más remedio que presumir de cosas como “A mi hermano Poncho lo mató un jabalí”; yo morí de la risa y la ternura.


Así como vomité los tristísimos intentos de calcar las formas de habla mexicana y latinoamericana en otras obras del autor, acá la cosa no se salva, con la diferencia puntual de que acá, siendo perros, diálogos de la barista argentina, por ejemplo, suenan más bien chistosos, lo mismo con la pronunciación francesa de un gladiador francés que aparece más o menos a la mitad de la obra y la representante mexicana (una xoloescuintle tenía que ser), a quien no le pude ubicar origen, dado su forzadísimo vocabulario chilango/tijuanense/regio. De pena ajena.


La moral perruna

De no ser porque las cosas se van poniendo cada vez más serias, uno juraría que lo que se lee bien podría pasar como la transcripción sin censura de la nueva película de Dreamworks, pero no es así, de hecho, es mucho más que eso; el goce de identificar los instintos caninos como algo que supera la moral humana más santiguada, la ética endeble de la mayoría de quienes intentamos ser parte de un grupo social, desfoga por completo la forma de entender el por qué hemos fracasado como especie en términos de privilegiar “lo correcto”. Para Negro, el protagonista, no hay nada más poderoso que la lealtad, incluso si eso implica reprimir su propia moral, siendo este rasgo tan característico de todos los perros que aquello de “mejor amigo del hombre” se queda sinceramente corto. Los perros son animales divinos, un ser supremo debería ser el que tenga cuatro patas y se de dos vueltas sobre su tapete antes de echarse a dormir.


Negro encarna todo lo bueno que puede ser un perro, o debería decir, todo lo que es un perro, lo malo que se les pueda achacar no es más que reflejo de lo que se le ha enseñado, y aun cuando vaya en contra de su propia vida, un perro jamás defraudará a su dueño. Todo esto se va contando poco a poco, de maneras mucho más sutiles de lo que puedo expresar aquí. Llegó un punto en el que sinceramente no podía dejar de llorar al darme cuenta que en realidad dentro del cast perruno, no había un solo antagonista. La búsqueda que hace Negro por su amigo Teo y Boris, el guapo, es lo más épico que he leído jamás.

Pérez-Reverte en verdad ha hecho gala de su habilidad como contador de historias, en esta ocasión con un vigor que logra cortar la respiración y cimbrar el alma una y otra y otra vez con pasajes cargados de emotividad y simbolismo. Si estás por leerlo, no olvides mi advertencia cuando haga su aparición Cuco y el bodeguero… madre santa. Me hizo polvo. No diré más, porque de nuevo, se me estremece el alma.


Por qué no merecemos a los perros (y Dios lo sabe)

Recientemente he tenido la experiencia de recibirle y atender las crías a mi perrita, lo cual sucedió en paralelo casi, con la lectura descrita anteriormente. La sensibilidad respecto a la fragilidad de nuestras mascotas se potenció, sin duda, con lo que estuve leyendo, pero sigue conmoviéndome de siempre la visión que tienen ellos de nosotros, proyectados en su mente como dioses que todo lo pueden y además todo les es permitido, y aún así, nos aman. Fundamental para cualquiera aventurarse con este libraco que se consume en dos días o menos, una lastima que ciertas situaciones y el lenguaje no sean aptas para menores de edad, pero fuera de eso, es una fábula potente, desgarradora y hasta cruel, pero no tanto como para no dejarse enamorar en este entresijo de pelos y patitas acolchonadas.




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domingo, 28 de febrero de 2021

Reto de lectura 2021 (2/12): Tokio ya nos quiere, de Ray Loriga

Reto de lectura 2021 (2/12): Tokio ya nos quiere, de Ray Loriga

Por: Gustavo Torres G.

Es inevitable pensar en Bukowsky o Miller cuando se lee Tokio ya no nos quiere, de el escritor español Ray Loriga: impecables ambientes kitch, reinterpretados a partir de esa incomprensible y fascinante óptica íbera para todo lo norteamericano, aderezados por sexo en exceso y vocabulario cuando menos soez, con toda la intención de ser vulgar (aunque Loriga no lo consigue del todo). Prometido como un libro de amor, sin saber si eso se cumplió, las cuentas al final arrojaron que se trata de una obra que merece cada segundo invertido en su lectura. Aquí mis razones:

1. La atemporalidad de la historia.

Eso de que está ambientado en un ambiente kitch puede ser una figuración mía, no sé, la visualicé en una especie de burbuja ficcional que desarrolló toda la trama en algo así como unos eternos años sesenta aderezados con lo mejor de las décadas que le precedieron; en realidad, creo que jamás se hace referencia a la época en la cual transcurren las desventuras del protagonista, así que uno puede tomar ciertas licencias literarias personales. La magia de leer. Si bien fue editado por primera vez en 1998, las muy pocas circunstancias en las cuales se alude a artilugios tecnológicos es bastante sutil (o no) y no repercute en las accidentadas relaciones que se van gestando durante toda la trama, por ese lado, es ineludible considerar esta historia como vastamente humana, pero mucho. Podríamos haber tenido un novelón en el espacio o la época victoriana y hubiese sido lo mismo. Tendré que leer un par le libros más de Ray Loriga para convencerme de que va que vuela para clásico de clásicos, todo apunta a qué sí.

2. La caída del antihéroe.

Intento evitar adelantos para no arruinar al posible futuro lector, aunque todo lo que puedo decir sin incurrir en semejante crimen, tiene que ver con el leimotiv de casi cada capítulo: un hombre que va cayendo en una espiral desenfrenada de sexo y drogas de diseño, con el objetivo puntual de olvidar, ¿olvidar qué? No podría contestar, nunca se sabe, pero siempre se intuye y además siempre se está lo suficientemente equivocado como para perdonarse y seguir leyendo. Aquello de empatizar con el protagonista no sé si lo puedo garantizar, es un tipo que cuando parece que ya no puede ir a peor, logra sorprender a cada paso sin desencadenar lástima, increíblemente conserva su dignidad, tal vez porque nunca logró tenerla. La repugnancia de sus actos no estriba en lo que hace, sino en el balance moral que cada uno de nosotros coteje en relación a la educación y filosofía de vida propia. Así como las chic flics emanan esencia girly, Tokio ya no nos quiere supura y hiede a lo muy manly; el personaje está preso en sus instintos, sus impulsos y es tremendamente animal, pero está solo ante un mundo que no espera más de él, un individuo que parece no tener sentimientos, aunque se descubre, poco a poco, en su torbellino de olvidos, que es su corazón absolutamente roto el que no le permite regresar a la cordura, si eso existe.

3. La ficción literaria demuestra su superioridad sobre la propia realidad.

Estoy felizmente convencido que la buena literatura, no solamente en su faceta lírica, sino también narrativa, es capaz de enriquecer el alma a partir de los destellos que cada autor tenga desde sus universos particulares; en todo el mundo, en todas las épocas, estos bits de sabiduría se permean entre diálogos y sucesos, no importando su origen o inspiración. La más inverosímil fantasía es capaz de doblar la “realidad” a través de la palabra, he ahí el poder de la ficción. Loriga logra esto en esta novela varias veces, lo que confirma mi teoría/presentimiento/deseo de que será inevitablemente uno de los nuevos clásicos contemporáneos. Aquí algunas de esas muchas frases que me fulminaron:

El amor es un millón de enfermedades distintas”.

Los hombres matan a las mujeres porque no pueden soportar a las mujeres reales que viven dentro de las mujeres que desean”.

El recuerdo, no el olvido, el verdadero invento del demonio”.

Cada uno habla del tiempo según lo que espera de él, por lo que dos personas mirando el mismo cielo siempre esperan nubes distintas”.

Contextualizadas, son, por supuesto, mucho más poderosas.

Ese aroma a Bukowsky mencionado al principio impregna sobre todo el clímax dentro del hilo argumental, pero como decía, logra ser lo suficientemente auténtico como para no competir directamente en contra del maestro de la crudeza urbana, el español sale avante. Queda solo decir que si bien el porqué termina siendo un libro de amor se lo dejo a quien quiera interpretar la lectura, debo expresar que resultó ser muchísimo más de lo que esperaba en un autor que no conocía y que además me motiva a leer algunas obras más a las cuales ya eché ojo. Imperdible, pero con advertencias.



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miércoles, 27 de enero de 2021

Reto de lectura 2021 (1/12): El libro de lo insólito. Antología, de Emiliano González y Beatriz Álvarez Klein


Reto de lectura 2021 (1/12): El libro de lo insólito. Antología, de Emiliano González y Beatriz Álvarez Klein

Por: Gustavo Torres G.

Los tradicionales retos anuales de un libro por mes siempre me parecieron interesantes, pero plantearme un número concreto lo sentía un tanto ajeno a la idea de libertad que supone leer cuanto uno quiera; algunos años sinceramente he perdido la cuenta de lo que leí por mero placer y lo que necesité leer por asuntos de trabajo o estudio, y aunque he tenido años terriblemente secos (cuatro o cinco libros cuando mucho), esto de asegurar el mínimo de doce y además variando las temáticas, resulta atractivo en una época donde el entretenimiento digital amenaza con su abundante oferta, mientras se tiene en paralelo, un menú prácticamente infinito de toda clase de bibliografía en formato digital, que por lo pronto (y sobre todo por seguridad) aprovecharé cuanto pueda en mi flamante Kindle (❤). El primer género sugerido por la mencionada lista fue ciencia ficción, así que me di a la tarea de buscar algo que se saliera de los lugares comunes (P. K. Dick, Asimov, Bradbury, Huxley... ) e intenté averiguar si en nuestro idioma existía algo digno de ofrecerle tiempo y neuronas.

Después de una intensa búsqueda, terminé por elegir y descargar El libro de lo insólito. Antología, a cargo de los escritores Emiliano González Y Beatriz Álvarez Klein, del primero tenía cierta referencia a partir de poemas más bien del género fantástico, que aunque no recordaba del todo (o nada) me invitaron a probar con esta colección, atractiva de inicio porque al tratarse de una antología, entendí inmediatamente que la variedad estaría a la orden del día, aunque el verdadero atractivo para mí, consistió en la nacionalidad del compilador (mexicano). He de confesar que de Álvarez Klein no tengo ni idea, pero bueno, aquí mis apreciaciones de un texto que en verdad no me dejó indiferente:

Sobre la presentación

Aunque se trata de un libro publicado en 1994 (la plenitud de mi década favorita), la pinta, a nivel visual es muy de los 70, casi tirándole a los 60; la portada, los interiores y su ingente cantidad de ilustraciones (monitos, pues) es más que sorprendente en el sentido de la orientación cuasi metafísica que va tomando con cada obra elegida. Si alguien ha visto la película de El Señor de los Anillos animada o las míticas Heavy Metal de los 80, entenderá de que va esta vaina: narraciones, cuentos, poemas cargadísimos de fantasía y ciencia ficción (a veces indistinguibles una de la otra), con estilos de dibujo sumamente característicos y tramas en apariencia simples, pero cargadas de simbolismo iniciático y revestidas de un erotismo abierto y sincero (no sexual, en el sentido pueril del término), divinizante de la mujer tanto en esencia, como en su poder estético, la energía de su cuerpo y formas como prueba irrefutable de lo divino, tan representativo del arte hippie post-Vietnam. Toda la obra está cercada por garabatos y grabados permeados de las temáticas mencionadas, haciendo ameno el paso por las poco más de quinientas páginas que integran la antología, por ese lado, para quien no tenga la paciencia de leérselo todo, la mera contemplación del apartado plástico le sabrá a que ha valido la pena darle vuelta a cada hoja. Dan ganas de conseguirlo en papel, pero el ejemplar más accesible que encontré en internet no baja de los 1,800 pesos mexicanos. Seguramente los vale.

Sobre el contenido

Acorde a lo que la parte gráfica ofrece, el tema central de toda la obra gira en torno a la mujer como sujeto deseando, que no objeto de deseo o sujeto deseante; visto desde la óptica del 2021, se vuelve actual y hasta contestatario, dado que desmitifica en buena parte de su selección de textos, el papel en la literatura de "la doncella", "la princesa" o la mujer atada a las preferencias que lo contemporáneo el exige dentro de su rol en cumplimiento de "lo que es femenino", en definitiva, El libro de lo insólito se planta con autoridad al mostrar lírica y narrativa de la mujer sin sacarina o actitudes idealizadas, todo a partir de la compilación inteligente, acertada de autores como Bendick, Noyes, Dowson, Beardsley, Rubén Darío, Amado Nervo y otros tantos cuantos menos, más y bien conocidos, todos maestros en su área y sin miedo a manifestar sus apreciaciones a través de las hermosas ficciones que González y Álvarez Klein seleccionaron para nosotros. 

Mencioné el carácter iniciático de buena parte de los cuentos y poemas incluidos, ante lo cual González ratifica: "por medio de la ficción transmitimos sabiduría esotérica, prescindiendo detalles técnicos", plantando contundentemente el sentido de lo que el lector presenciará más allá de las argucias convencionales de las tramas y la métrica, los grandes maestros emplearon a la literatura como vehículo de su propia iluminación que no como mero divertimento. Aquel o aquella que quiera adentrarse en los floridos y boscosos contenidos de este libro encontrará distracción fácil si así lo quiere asimilar, pero debe estar preparado para la carga simbólica contenida en gran parte de los personajes, tanto en sí mismos, como a través de sus actos y el script tras de ellos. En la balanza clasificatoria de los géneros, lo de ciencia ficción quedó corto y las inclinaciones hacia lo fantástico se hicieron evidentes en prácticamente toda la lectura, lo que de entrada me hace quedar mal con el reto de lectura asumido.

Sobre todo lo otro

No es una lectura al uso, como se habrá notado, no recurre casi en ningún momento a estratagemas narrativas que emborrachen emocionalmente, aspecto que puede ser tomado al mismo tiempo como defecto y virtud. Si bien la literatura verdadera no envejece, queda claro el tiempo en que esta antología fue armada, incluso cuando la mayoría de los textos procedan de décadas atrás, digo esto desde la total subjetividad, en el entendido absolutamente objetivo de la presencia en el mercado e imaginario colectivo de las sagas de éxito mundial, los best-sellers o la abundancia de clásicos contemporáneos saturando los estantes de los lectores de nuestro siglo, pero no lo digo como queja, sino como punto de partida para entender que compilados de este tipo serán cada vez menos probables, dado el nicho del que procede, sin mencionar el acuciante racionalismo que impera incluso, en la maravillosa ficción de nuestro tiempo.

El mes que viene toca un libro de romance ¿alguna sugerencia? Espero no ahogarme entre tanta mermelada.





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jueves, 21 de enero de 2021

Say no more!

 

Say no more!

Análisis y crítica al documental de Netflix Rompan todo (y a los criticones del mismo)

Por: Gustavo Torres G.

20 de enero de 2021


Empezar el 2021 sin serie de cabecera no es bueno para nadie, especialmente para quienes estamos habituados al entretenimiento electrónico y pagamos puntualmente la mensualidad de nuestro servicio de streaming favorito, digo, ¿para qué pagar por algo si no me va a ofrecer contenido de calidad? Entre las muchas opciones para desquitar la inversión, los documentales con tema musical suelen ser bastante aceptables, genéricos, de fórmula, pero aceptables; el nivel de producción de Netflix en gran parte de los productos visuales de ese tipo que ofrece desde hace ya varios años suele ser impecable, pero faltaba algún tipo de retribución para los miles de suscriptores que crecimos entre los 80s y 90s.

De entrada, tenía mis dudas, sabía que habría algún tipo de tendencia, dado que parte de la producción correspondía al legendario Gustavo Santaolalla, nada en su contra, pero es un dato que debe tenerse en cuenta cuando se ve la miniserie Rompan todo: historia del rock en América Latina. Una vez que se ve, es necesario hablar de algunas cosas.

Sobre los orígenes

El trabajo investigativo de quien haya estado involucrado en el proyecto de este documental es digno de respeto, el cuidado que le pusieron al delicado asunto de la objetividad a la hora de cumplir como registro verdaderamente histórico, sorprende por su ocasional frialdad, y no porque haya narrador o algún hilo conductor que pretenda ser imparcial, sino porque el presupuesto alcanzó para entrevistar a cada uno de los artistas que se van nombrando en cada etapa (obviamente, los finados aportan desde la crestomatía, inteligentemente editados, he de decir).

Desde el inicio, la brújula tiene bien claro dos destinos inevitablemente importantes para lo que después sería conocido como Rock en tu idioma: México y Argentina, el segundo con Buenos Aires como epicentro del acontecer musical sureño; el primero, mostrando atinadamente el gigantesco país que es, reconociendo no solo al extinto Distrito Federal como lugar de generación rockera, sino que extiende merecidamente la visión hasta Jalisco, Tijuana y Monterrey, con su mítica Avanzada Regia y el brutal aporte creativo que se dio en los 90 como parte de la explosión creativa que los melómanos gozamos toda esa década y ya entrado el nuevo milenio.

Personalmente, respeto lo que significaron figuras como Enrique Guzmán, Angélica María (que no aparece en el documental), Alberto Vázquez (tampoco aparece), los Teen Tops y algunos otros tantos que abrieron la feliz posibilidad de hacer rock and roll en nuestro idioma, pero debo confirmar como cierta la queja que hace el señor Guzmán y otro señor que no identifico, en relación a que se les acusa de haber sido “meros copiones”, que prácticamente todo su repertorio consistía en cóvers (con bastantes permisos literarios, diría) y que básicamente su única aportación fue la de traducir. Me parece cierto, pero reitero, sin ellos abriendo la puerta, la historia hubiese cambiado por completo, sin embargo no considero que hayan tenido ese pequeño gran detalle que es tener originalidad o identidad, pues argumentan haberle puesto “sabor mexicano” a su música, pero homenajeando al gran Dtoke: “coverear está bien, pero nadie se construye así una carrera completa”1 (¡barras, barras!).

No cabe duda que los extremos geográficos de Latinoamérica fueron determinantes para el futuro del rock en castellano, pero es justamente la redundancia en ese abordaje el que carcome la credibilidad del programa más adelante...



Sobre el asunto sociocultural del rock

Atribuía la frase “rompan todo” al inconmensurable Charly García. Oh, equivocación. Resulta que le perteneció a Billy Bond, otrora símbolo de la anarquía juvenil argenta de los años 70. Me parece acertadísima la elección del título de la serie dada las circunstancias en las que se generó, además que engloba perfectamente la intención de proyectar al rock como símbolo de rebeldía, de la juventud y su legítimo deseo de cambio, el resto de episodios va de eso y está perfecto. Bueno, está bien. Bueno, no tanto. Explico: siendo benévolo, concedería dos y medio capítulos, tal vez tres, como excelentes referencias de lo que pasaba en Latinoamérica a nivel social y las implicaciones que tuvo la música popular juvenil desde 1960 hasta 1980, tal vez.

La cosa es que conforme avanzan los capítulos, la rigurosidad en el tratamiento de la información parece disminuir y cada minuto parece un collage inconexo entre lo que pasaba en las calles y los grupos o músicos que reflejaban el fervor del momento, aun así, no me parece un despropósito del todo, pero lo explicaré más adelante. Queda clara la influencia norteamericana y británica en términos artísticos, pero se deja de decir mucho en relación a la forma de pensamiento de algunas figuras emblemáticas, así como el trasfondo de temas que marcaron a generaciones enteras. En mi opinión, un par de temporadas más tratando este tipo de cosas vendrían muy bien para cerrar algo que se ha vuelto una opinión generalizada por internet en las últimas semanas y es que la serie se siente corta, apresurada, como decía, el hilo de lo histórico agotó su carrete antes del cuarto capítulo, y eso desalma al trabajo hacia el final, que paradójicamente, representa la parte más interesante del relato, porque por fin aparecen las bandas y figuras que le dieron cara al movimiento en todo el continente, pero una vez más, se siente una suerte de desconexión entre lo que sucedía en los escenarios y el calor de mediodía en los asfaltos de Quito, Caracas, Lima y tantas otras latitudes que por lo visto no existieron nunca para los responsables del Rompan...


Lo bueno y muy bueno

Es emocionante, mucho. Llegué al punto de las lágrimas y el puchero alimentado por la nostalgia varias veces, fue muy sabroso. Para los de mi edad, ver reconocido, legitimado, estudiado el movimiento musical de la época en la cual crecimos, es totalmente una graduación, una confirmación prácticamente certificada para los grandes públicos, la certeza de que existimos como jóvenes en un tiempo que fue hermoso/ que fui libre de verdad2… Es un trancazo al corazón, en verdad; esta máquina del tiempo que es la música revive con cada entrevista en voz de sus protagonistas, ver por ejemplo al enorme Javier Bátiz platicando cómo se convierte en maestro de Carlitos Santana, así chiquito, es una gozada, lo mismo cuando dice que le hubiese encantado conocer en persona a Gustavo Cerati: “¡era un extraterrestre!” ¡dice con una ternura!

Señor, ¿quiere ser mi abuelo?, dije en voz alta frente a la tele. Javier Bátiz es una auténtica vaca sagrada del rock y soul en español, pero no tenía idea que fuera tan humilde. Lo quiero, más todavía.



Netflix le puso varo, mucho, se nota en los valores de producción. La edición y posproducción de Rompan todo es espectacular, justa para el tipo y tamaño de proyecto, perfecta para los tiempos que corren, al nivel o más alto de lo que se ha hecho en cosas similares para música en inglés u otro idioma.

 Muchos momentos son emocionantes porque recogen material inédito; yo, siendo fan de hueso colorado de Soda Stereo y Cerati, me sorprendí más de una vez con imágenes y clips que jamás había visto (y he visto mucho), lo mismo con otros tantos personajes. Luis Alberto Spinetta (santo padre del rock como arte), Charly García (su mero patrón), Gustavo Cerati (un ángel eléctrico), David Lebón (genio infravalorado), Pedro Aznar (último titán argentino de pie y con dignidad) Saúl Hernández (necesitamos que vuelva), Julieta Venegas (me quiero casar con ella), Sabo Romo (tan insoportable como siempre), Adrián D´Árgelos (genial, as usual), Andrea Etcheverri (diosa ABSOLUTA), Zeta Bosio (tipazo, digan lo que digan), Charly Alberti (reservado, como debe ser), Patricio Rey y los redonditos de Ricota (sí, ellos), Los Prisioneros, Beto Cuevas con y sin La Ley (pero con mucho rímel3), La Maldita Vecindad (La Bendita, son unos dioses), Café Tacvba, Neón, Control Machete, Plastilina Mosh (el mundo es mejor gracias a ellos), Los Tres, Illya Kuriaki, Dante Spinetta, Pappo Blues, Andrés Calamaro (lúcido, encantador), el Mtv de los 90 y otros muchos tantos aparecen a lo largo de los seis episodios en que se divide la serie. Es un deleite, no hay duda.


Lo malo, lo peor y lo imperdonable

Las críticas más severas dicen que es un “Santaolalla and friends” o “Cómo Santaolalla se autonombra el máximo prócer del rock en español”, o en el mejor de los casos “Santaolalla y los grupos que le gustan”, y ¿saben qué?, en muchos aspectos, tienen razón. Como he dicho al principio, el hecho de que Gustavo haya sido productor de esto parece haber parcializado u orientado sobremanera el producto final. Okey, fue productor de algunas de las bandas más importantes de todos los tiempos, como los tacvbos o La Maldita, pero su trascendencia en la música, aunque es innegable (multitud de premios de todos colores y sabores, entre ellos, un óscar4) para efectos y objetivos en la escencia del documental, me parecen totalmente fuera de lugar, él mismo y sus bandas no aportaron un pepino a la escena de manera directa, y el colmo es cuando muestran fragmentos de “El Mareo” con Bajofondo Tango Club5 como si hubiesen significado algo para el rock. Es muy duro, no sé si hasta grosero de mi parte, pero creo que el resto estará de acuerdo conmigo, sobre todo cuando a Patricio Rey apenas se le dan tres minutos, casi por compromiso, solo porque no podía faltar, con lo que ha significado para legiones enteras de seguidores, casi a nivel religioso, aspecto social que no se atrevió a tocar el documental. ¿Y Spinetta? ¿Cómo mierdas es más importante para el rock Santaolalla que Spinetta? ¿Y Charly? ¿Y Gustavo, el que sí es importante? ¿Y Cecilia Toussaint? ¿Y Kenny, la de los eléctricos? ¿Por qué se pone Fito Páez como un mero relator cuando es EL genuino genio del pop? ¿Por qué ni aparece María Gabriela Epumer y el mito en que se convirtió? ¿Y Carlos Baglietto? ¿Por qué ni se menciona a Los Héroes del Silencio o a Enrique Búnbury? ¿Y la Unión? ¿Por qué es más pinche importante un grupo caguengue como Nacha Pop o los anodinos de Radio Futura por sobre mitos como Mecano? Sí, dirán que Mecano es totalmente pop, pero también la línea de esta docuserie estaba marcada desde el principio por la trascendencia social y la responsabilidad de los artistas para con su contexto político y temporal ¿no? Mecano es tan o más importante para la música en español en los años 80 como el que más en su contraparte rockera y apenas se le menciona una vez, queda claro que se puede tapar el sol con un dedo.



Para colmo, el inmamable de Fher y su grupo cumbiero (sí, Maná) salen a decir que su mérito ha sido vender discos y llenar estadios. Hijos de su verde y sombrera madre… primero quítenle la toronja de la boca, se atreve a decir con total cinismo “¿a quién le importa que sea o no rock lo que tocamos?”. Vaya, hasta se extrañó la voz y presencia de León Larregui. Así las cosas.

Nada de lo que acabo de decir y preguntar quita mérito al programa, es bueno, en el balance, el corte de caja, termina con ganancia, pero no se puede negar el consenso en relación a las lagunas de contenido que son súper evidentes para quienes amamos la música en nuestro idioma. Los flashazos sobre la persona de Gustavo Cerati, acaso el artista más trascendente e influyente para el rock del continente saben a insuficientes para el tamaño de personaje que fue, es y será, lo mismo para los otros dos grandes, el Flaco y Charly.

Hay países que ni se mencionan, esas omisiones sí que son graves; soy mexicano y sentí vergüenza al ver que más de la mitad del tiempo de los últimos tres capítulos están casi por completo dedicados a la escena argentina y mexicana, ¿y Brasil? ¿Y Uruguay? ¿No son parte de Latinoamérica?

¿Recuerdan la escena aquella de Endgame donde se agrupan todas las heroínas? Pues así de forzado se siente la inclusión del tema “mujeres” en el documental, no porque se tenga que incluir a fuerza, sino porque no es para nada escasa la información, las artistas, la trascendencia de las mujeres en la historia del rock en español, pero acá parece una mera curiosidad. Esto sí que es imperdonable.

El secreto entre los dos, es que nunca volverá…

Se agradece, sin duda, el esfuerzo por generar contenidos de calidad con temas como este, y veo con ojos de esperanza que el éxito que aparentemente ha tenido, de acuerdo con la cantidad de reproducciones en su plataforma de origen, de pie a más contenido con esta temática, y es que también el apartado de “evolución” del rock en español queda difuso, equivocado incluso, se llega a mencionar al rap o la música urbana como sucesoras. Un disparate, en mi opinión, en fin…

Si bien hay muchísimas cosas que seguir analizando, vale recordar que se trata de un mero producto de entretenimiento, no una tesis doctoral, así que tranquilos, que seguramente se puede encontrar más profundidad y pasión en videos de particulares en YouTube, pero lo que no se le puede reclamar a Netflix, es escasez de compromiso y cosas bien manufacturadas, sobre todo en temas que no son su fuerte.


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1 En abril de 2019, la FMS en Argentina, una de las competencias de improvisación de rap más importantes del mundo, presentaba el enfrentamiento entre Papo y Dtoke, dos bestias del arte de las rimas; a Papo se le había acusado de defender el hecho de que este tipo de competencias debería hacerse con “batallas escritas”, es decir, priorizar libretos, casi como en la lucha libre y presentar números con resultados prácticamente pactados a priori, lo cual, en opinión de la aplastante mayoría, rompería la esencia del freestyle. Para no hacerla larga, en medio de una candente sesión de respuestas al momento, el viejo y retorcido colmillo del legendario ex campeón mundial Dtoke, apareció para dar uno de los versos más contundentes que se hayan visto en una competencia no escrita:

Todos pensamos una rima, esa es la receta,

¡pero nadie se escribe una canción completa!


No te puedes considerar parte del freestyle si crees que basta con mostrar lo que se escribe, así no es la cosa, por eso hago la referencia con los pioneros del rock en México, pues creo que valor histórico tienen, pero me resulta difícil darles mérito artístico si basaron toda su trayectoria en cantar temas de otros, arriesgando nada y adoleciendo de todo vestigio de creatividad, cosa que se corrigió, afortunadamente, generaciones más adelante.

2Fragmento de Canción para mi muerte, de Charly García.

3¿Es una fijación chilena, acaso? Ahí te hablan, Káiser.

4Además responsable del maravilloso soundtrack del videojuego para PlayStation 3 The Last of Us, una pasada. Hermoso hasta no poder más.

5Esta banda fusiona tango, candombe y milonga tradicional con ritmos pop bailables; El Mareo es su tema más conocido, eso porque la parte vocal estuvo a cargo de Gustavo Cerati, y cuando eso pasa, el mundo es maravilloso. En serio, escúchenlo o véanlo, produce placer. Garantizado.



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