Reto de lectura 2021 (6/12): Las torres del olvido, de George Turner

  

Reto de lectura 2021 (6/12): Las torres del olvido, de George Turner

Por: Gustavo Torres G.

Con el gusto de tomar un libro que llegó a mí como un muy bonito regalo en el mes de mayo, esperé hasta que iniciara junio para darle su espacio y disfrutar sin prisas Las torres del olvido, obra cumbre de George Turner, de quien sinceramente no tenía idea hasta que tuve la novela en mis manos.

Las torres del olvido es una novela de ciencia ficción ambientada en una Tierra pre y apocalíptica, contada de forma tan original que me resultó imposible referenciar otro autor que emplease una técnica literaria similar. Se hace evidente la influencia de Huxley en cuanto al tono social en la temática del clasismo (que en esta obra, como en la del inglés, es centralísima, trascendental). He encontrado algunos comentarios donde se mete a Asimov como otra probable inspiración, pero encuentro muy lejana y forzada esa situación, en especial porque el componente tecnológico queda en segundo o hasta tercer plano y la reflexión filosófica trascendental tampoco tiene los alcances de la bestia literaria que innegablemente fue y sigue siendo el ruso-estadounidense, sin embargo, los méritos en Las torres... van por otro lado, aquí mi análisis y crítica al respecto.


La trampa de las distopías

Para quienes nos gusta escribir ficción, la tentación de ambientar historias en tiempos no pretéritos, sino todo lo contrario, es constante, sobre todo porque en apariencia, a nadie le consta que lo que uno pretende contar no pasará, basta tener dos dedos de frente para darse cuenta que la situación no apunta a algo lo suficientemente favorable como para esperar una sociedad distinta a lo distópico: todo se va a ir al garete, pues. El mérito de quien cree su mundo en futuros postapocalípticos pasa más bien por el respeto fundamental a las reglas aristotélicas de la creación literaria, esas que dictan cierta lógica y congruencia con las referencias desde la realidad que va desarrollándose en nuestro presente, y me parece que George Turner lo hace casi impecablemente, en Las torres del olvido, su construcción de la realidad social es absolutamente creíble, tanto que, de hecho,  parecería una profecía que desde ya se ha estado cumpliendo, es inevitable para todos nosotros negar que el asunto de la sobrepoblación del mundo, el cambio climático y la caída del capitalismo nos va a llevar a un lugar del cual nuestros hijos y nietos seguramente no tendrán escapatoria. En definitiva, Turner levanta la mano sobre los otros autores mencionados para destacarse de ellos en cuanto a eso, es un visionario con el conocimiento suficiente como para presentar un entorno que dista (no en demasía) de lo que vivimos hoy, pero tiene el cuidado de no convertirse en una fantasía sin sentido y con exceso de efectos especiales. 

La idea huxleana (si se vale el término) de la división de clases (en este caso los infra vs los supra) cumple con su cometido de hacernos ver como ridículo el asunto de la segregación entre seres humanos, no solo porque la idea per sé es vomitiva, sino porque dentro de la literariedad que se puede permitir cada escritor, al menos Huxley justificaba su estratificación ficticia desde lo genético, lo biológico; Turner no tiene empacho en mostrar que la segmentación de la humanidad por mero poder adquisitivo es todavía más pueril y deleznable, es poco menos que estúpido y aun así lo aceptamos hoy, en fin...


La técnica narrativa

A diferencia de prácticamente todo lo que he leído, esta novela cambia de narrador protagonista como quien cambia de ropa cada mañana. No hay nunca un omnisciente que vaya llevando el hilo de la trama, que resulta también muy confusa desde el inicio, pues incluso la temporalidad de los hechos para el lector cambia casi tan constantemente como los "ángulos de cámara" con los cuales podemos ver el panorama de la historia. Si bien la trama es una sola, se tiene la posibilidad de, en ocasiones, volver a visitar ciertos lugares o situaciones hasta dos o tres veces, pero con la perspectiva de personajes distintos... y es maravilloso. Salvo dos o tres capítulos donde me pareció innecesario hacer ese cambio de mano dado que no se aportaba nada a la narrativa, el resto de las ocasiones, una vez acostumbrado a esos saltos de cuerpo, la verdad es que contribuía a hacer llevadera la lectura, no por aburrida, sino por la cantidad de formas de entender una misma cosa. Riesgoso por parte del autor, pero lo logró. 


Personas, personajes y diatribas personales

Salvo uno o dos casos, los personajes acá están perfectamente trabajados. Uno pensaría que el pedante de Francis (un niño altanero, prepotente, subido) hubiese sido el antihéroe de la novela, o acaso una suerte de hombre redimido hacia el final de la historia, pero no, Turner no se anduvo con cursilerías y dictó sentencia justa a cada uno de sus actores conforme a lo que la lógica apuntaba desde el inicio. No hay un momento climático al uso, no es "El vengador del futuro" ni nada parecido. El precio que paga cada elemento por pensar, sentir y vivir según sus formas, es justo; no se si hubo final feliz, pero tampoco puedo hablar de complacencias innecesarias. La vida es así. La intención clara de hacer de Billy Kovacs un personaje entrañable queda a deber, lo mismo que con Teddy Conway, a quien le podría atribuir la frase más importante de todo el libro, un "vámonos, papá" que tendría que haber sido demoledor y no lo logra, tal vez el único pecado grave como escritor de parte de George T.

Lo gris del ambiente termina en algún punto por contagiar de indiferencia las reacciones emocionales de personajes que no logran crecer nunca y que más bien se adaptan a los desvaríos de las dificultades que se presentan, incluso un "te amo" se vuelve una consecuencia de lo que pasa, más que haber sido una expresión producto de una emoción o decisión consciente.

La sentencia final

Las torres del olvido es un libro esencial para cualquiera que se diga amante de la ciencia ficción apocalíptica, brinda un escenario sociopolítico sobrecogedor por cuanto es parecido a nuestro mundo hoy, incluyendo una situación de pandemia (asombroso, tomando en cuenta que se escribió en 1989, si no mal recuerdo). Como he mencionado, la narrativa y la precisión en cuando al manejo de la situación social y económica son las grandes fortalezas de este texto, pero penosamente debo decir que el "no mojarse" o arriesgarse de Turner en cuanto a la configuración del futuro en términos tecnológicos puede considerarse un tache, y serio. Las referencias a los hoverbuses o hovertaxis (en clara referencia a los hoverboards de Volver al futuro) los entendí como un tímido y mediocre intento de plantar elementos ambientales que conformasen nuestra presencia ante un futuro con logros técnicos tales que resulte innegable nuestro viaje en el tiempo literario, pero la verdad es que no se da. Se siguen mencionando grabaciones en cinta, computadoras enormes o comunicación alámbrica, en este sentido, cualquiera diría que hubiera sido imposible prever la existencia de la tecnología del 2050, pero hay tendencias, y es ahí cuando Moore, Asimov, Jodorowsky, Brunner, y tantos otros le dan la vuelta mil veces, eran verdaderos visionarios en ese sentido.

Podría sonar a broma, pero la precariedad con la cual se cuenta la forma de vida de los personajes en ese punto de Australia (Newport) en el año 2050 es mucho menos peor que lo que se encuentra uno a la vuelta de la esquina en cualquier país de América Latina y seguramente el sur de Asia. Al autor le falta barrio, pues. Desde su burbuja y escritorio del primer mundo le faltó conocer realidades que han estado en este bonito planeta desde hace décadas, la trama se pudo haber desarrollado en Singapur o algún barrio bravo de Tijuana o favela en Brasilia y no habría diferencia.

Como historia, como objeto de análisis literario, es un must have, un 10/10. Con respecto a los últimos aspectos mencionados, la verdad es que habría que ser demasiado exigente como para permitir que eso echara a perder la lectura de un libro por demás interesante y que cumple con su cometido de ser una llamada de atención para los años que vienen. El futuro va a ser muy, muy feo.




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