Por:
Gustavo Torres Gómez
Había
hecho ya un análisis sobre un par de libros del periodista favorito
de Teruel, Javier Sierra, en ambos casos, el balance positivo.
La ficción del español es tremendamente entretenida, quien lo haya
escuchado o visto en los numerosos programas de radio y televisión
en los que constantemente aparece como invitado, constatará la
intensidad con la cual hace sentir todo aquello que comparte, tanto
en los temas de rigurosidad histórica, como en lo referente al mundo
del misterio, la natural empatía generada entre el susodicho y el
espectador se convierte en una relación ganar-ganar prácticamente
invencible.
La
ruta prohibida (2007) es el libro perfecto para los
conspiranóicos: desmenuza argumentalmente algunos de los temas
históricos más dogmatizados, al menos desde lo popular; el rumor de
la existencia de un prenauta (alguien llegó mucho antes que Colón
a tierras americanas) por ejemplo, es pretexto para indagar, junto
con el autor, en uno de los bulos que más cotilleo levanta desde que
los historia oficial se ha permitido aceptar tímidamente, la llegada
de personas ajenas a nuestro continente previo al arribo del genovés,
aunque, si nos permitimos pensarlo muy al estilo del gran Eduardo
Galeano, el verdadero misterio tendría que ser por qué seguimos
reconociendo más a los que llegaron después y no a los poblantes
originales. A fin de cuentas, la perspectiva sigue siendo
eurocentrista... joder.
Como
ha de suponerse, el texto se pasa como agua, mucho más si se es
asiduo de la temática o del propio autor (es un auténtico placer
culposo encontrarse uno mismo leyendo mentalmente con la radiofónica
voz de Sierra); desarticular junto con él los entresijos de la
historia oficial es poco menos que placentero. Haber sido ganador del
Premio Planeta en su edición del 2017 le consolidó como la
cara visible del periodismo de investigación serio, el de verdad,
aun cuando el libro que lo puso en el estrado se tomó sendas
licencias literarias. Ha de decirse que El fuego invisible es
la suma de lo que en tantos años el teruelense fue forjando en su
estilo y contenidos, y en mi parecer, la gota que derrama el vaso
para fortuna de todos nosotros, es La ruta..., como si de una
cartografía literaria se tratase. La ruta prohibida es un auténtico
bufet para mentes inquietas, no solamente los tintes arqueológicos
son parte de los tesoros ocultos detrás de lo que nos cuenta, lo
simbólico, anecdótico y místico, en su fasceta más objetiva
posible, son elementos mostrados sin pena ni reparo en la corrección
política, o mejor dicho, el miedo a romper pensamientos, creencias
arraigadas.
Las
revelaciones de Fátima, tratadas desde la óptica
contemporánea, parecen tener más sentido en la ciencia y lo
ufológico, que desde la asunción del caso en la fe católica;
afirmar, por ejemplo, que lo visto por aquellos pastorcillos en
Portugal no fue precisamente una mujercita, sino un ser
bastante más parecido a un personaje de Star Wars (así lo
califico, mea culpa), podría ser una afrenta para los
creyentes más asumidos, aunque de acuerdo a las evidencias de
primera y segunda mano obtenidas para el libro, no haría falta ni
pedir una segunda interpretación. Así con los demás capítulos,
unos más espinosos que otros.
Todo
el libro es una gozada, se va en un fin de semana o poco más, si se
tiene autocontrol, es de esos que parece no tener desperdicio, aunque
para quienes no estén demasiado familiarizados con la historia del
viejo continente o sean capaces de asimilar e investigar por su
cuenta la cantidad de referencias con las cuales se van contando las
cosas, es posible que se convierta en una lectura pesada, para
quienes estén dispuestos a correr el riesgo (los desconocedores del
autor y los temas) sin duda es una obra fundamental para dar un color
distinto a la realidad de la que somos presos.
Prohibido leer (si no estás preparado) por Gustavo Torres Gómez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.
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