miércoles, 22 de enero de 2020

Cuando las montañas hablaron: pre-homenaje a Khaled Hosseini.

Por: Gustavo Torres Gómez

Los vericuetos del destino son increíblemente misteriosos cuando se ve en retrospectiva. Pocas cosas en realidad son al azar y dentro de cada situación en la vida, toda una maraña de hechos detrás tuvo que haberse confabulado. Nuestro lugar hoy, en este momento, obedece a nada más que a la suma de muchas voluntades y bajo este precepto, autores maravillosos como Khaled Hosseini son capaces de extraer lo mejor y lo peor de alma humana para ponerlo en bandejas donde los lectores podemos empaparnos de narrativas ubicados en geografías desiertas, pero rebosantes de humanidad, de calor humano.

La obra de Hosseini la conocí durante la visita a una comunidad rural en el norte de Baja California, México, un diminuto pueblo con apenas medio kilómetro de diámetro y seguramente de menos del centenar de habitantes, dedicados en su totalidad a labores propias del árido campo que es posible cultivar ahí, en San Matías, a más de 1000 msnm. Por motivos de trabajo, permanecí unos meses en el sitio, lidiando con la falta de señales de todo tipo; teléfonos celulares, televisión o radio, no tenían cobertura en aquel ya lejano 2007. Por azares del destino, la única amistad que logré forjar (y permanece hasta la fecha) fue con una pareja de ancianos retirados, provenientes de Estados Unidos, ambos trabajadores sociales en su juventud y que llegaron a este punto de la geografía mexicana por recomendación médica, pues tanto la altura como las condiciones climáticas les permitían llevar una vida bastante más agradable que en su querido país de origen. Es importante que recalque los detalles que me llevaron a coincidir con la obra de Hosseini en tanto se entienda que el valor de sus textos no sólo está en el plano meramente literario (a fin de cuentas, lo que debería importar), sino que hay todo un asunto de aprendizaje que no tiene que ver con los discursos ridículamente moralinos de los best-sellers más populares en la mal calificada “literatura de superación personal”, lo de Hosseini trasciende porque es auténtico, y deja de lado su protagonismo como autor para dejar que los personajes y sus circunstancias hablen por sí mismos.

Y las montañas hablaron, la tercera novela del escritor de origen afgano, cuenta la carambólica historia de una serie de personajes surgidos para la trama a partir de las desafortunadas circunstancias de Abdulá y su hermanita menor, Pari, nacidos en la miseria material y las duras condiciones climáticas de su pueblo natal, Shadbagh. Para no ahondar en detalles (ahora llamados spoilers), sólo puedo decir que el cuento que da apertura al libro es básicamente la mirada metafórica de lo que pasa durante toda la trama principal (y es un primer mazazo al alma, en verdad), que hay que decir, está plagada de subtramas que a veces dificultan dar seguimiento fluido a lo que se supone deberíamos de saber, y en ese sentido, la elección de esa estructura para contarnos todo es, al mismo tiempo, lastre y bálsamo. Un lector casual probablemente sufrirá al intentar darle forma completa a lo que sucede, pero es un riesgo que evidencia la maestría del autor para consagrarse como uno de los mejores story-tellers de los últimos tiempos.

Desde Cometas en el cielo, quedó en claro la capacidad del buen Khaled para hacer mella en los corazones de quien inevitablemente empatice con sus personajes; conozco gente que quiere bautizar como Hassan a sus futuros hijos, por ejemplo. No es broma. Cometas... es una historia de redención, absolutamente espiritual (desde una perspectiva lo menos religiosa posible), que abordó el tema del perdón y la moral sin caer en los clichés o la santiguada gratuita, Y las montañas... a su manera, también habla de redención, de perdón, pero sobretodo de amor, tan puro y poderoso como puede llegar a ser, lo expone como un súper poder humano, lo único imperecedero, inmune a los embates del tiempo, la historia, los conflictos. Las figuras de Abdulá y Pari en su fraternalidad es un regalo a lo mejor que podamos ver reflejados de nosotros en ellos, así con personajes como Nila Wahdati o el propio Sabur, de quienes podemos poner en tela de duda su honorabilidad, pero jamás sus decisiones, tan respetables como necesarias, de las que dependerán el destino de muchos de los otros involucrados en una novela por demás compleja, pero tremendamente aterrizada, sin fantasías, sin falsas esperanzas, tal cual se construye la realidad fuera del libro.

Todo a lo que nos enfrenta el autor es duro, mucho. De principio a fin, literal, no recrea jamás paisajes esperanzadores, sin que esto signifique la pérdida del encanto en la narración. Son las vetas de dulzura en la acciones de todos los involucrados las que hacen potente esta obra; sin ir muy lejos, Nabi, el tío de los niños que abren el libro, se convierte en uno de los personajes más entrañables a través de su dedicación y sentido del honor para con su patrón; su aparición, el capítulo donde narra desde su punto de vista es, al menos para mí, el momento estelar en el libro, estremece hasta las lágrimas y hace pensar lo complicado encontrar otra figura con la que uno quisiese entablar conversación... y el condenado Hosseini, lo logra con Markus, el griego y Pari, “las otras Pari”, son los encargados de aterrizar todo el conflicto en nuestro tiempo, siendo sus historias de vida las que, en apariencia ajenas, conectan sutil y poderosamente todos los cabos sueltos que a lo largo de más de trescientas páginas se fueron deshilando.

La experiencia emocional de Y las montañas... trasciende el valor literario de este libro, es imposible no involucrarse y sufrir con cada una de las historias mostradas en cada capítulo, pero más difícil es aún hoy, dejar de reconocer a su autor como uno de los nuevos grandes baluartes de la literatura universal, quien orgulloso de sus raíces, muestra esa otra mitad del mundo de la que somos inconscientes, que ignoramos o malconceptualizamos a través de lo que las noticias deconstruyen, sin reparar en lo apasionante que resulta adentrarse en una cultura antiquísima y riquísima en el croma de lo artístico, en contraste con la piedra y el polvo que página a página construyen la narrativa de Hosseini, aun si te lo encontraste por recomendación, o estuviste predestinado en algún pueblito en medio del desierto, a recibir un regalo de esta magnitud.


Licencia Creative Commons
Cuando las montañas hablan: pre-homenaje a Khaled Hosseini por Gustavo Torres Gómez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://vetpix.blogspot.com/2020/01/cuando-las-montanas-hablaron-pre.html.

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