martes, 28 de enero de 2020

El sirviente de los huesos: obra maestra bañada en plata.


Por: Gustavo Torres G.

Anne Rice es LA autora de novelas de vampiros. Fans de Crepúsculo, absténganse de leer este artículo, o mejor dicho... quédense para aprender lo que es bueno. Lo dicho, si lo que buscas es una buena novela de chupasangres inmortales y seductores, la mejor opción es conocer la saga de Lestat y el resto de fabulosos personajes creados por esta autora estadounidense; no solamente son excelentes novelas, perfectamente escritas, planificadas, sino que tienen el valor literario del que adolecen muchas de las sagas juveniles contemporáneas que han intentado abordar la temática sí con muchísimo éxito comercial, pero con resultados sinceramente paupérrimos en aspectos técnicos, estilísticos y de lenguaje, sin mencionar las ridículas premisas argumentales con las que intentan vendernos sus historias.

Entre las novelas únicas de Rice, aquellas que no tuvieron continuación o se encontraron en el mismo universo, encontré “El sirviente de los huesos”, cuyo planteamiento me atrapó nada más por la ubicación temporal y la referencia histórica (me chifla, perdón por la expresión, todo lo relacionado con las culturas originarias del Tigris y Éufrates), además, claro de la reputación de su autora. Este libro narra con gracia y mucho estilo la vida de Azriel, un hombre que viviendo en la época de esplendor de la cultura mesopotámica, tiene la habilidad de entablar conversaciones con Marduk, el poderoso dios babilónico, y que, en la tranza de unos sacerdotes de sospechosas intenciones, termina siendo sacrificado por motivos que prefiero no revelar al lector, pero que es conveniente aclarar, tanto en la forma de sacrificio, como en los resultados del mismo, Anne Rice demuestra por qué es una maestra de la narrativa fantástica, dibujando con detalle y exquisitez las formas y momentos en que el protagonista termina convirtiéndose en un algo, no sabemos si ángel, demonio, genio o espíritu, tan poderoso que es capaz de rivalizar en fuerzas y habilidades con el mismísimo panteón de divinidades sumerias.

En la convención de Azriel y todo lo que representa su existencia, la trama va avanzando en el tiempo, moviéndose en el espacio, detallando aprendizajes y desventuras hasta entender su condición como desgracia, mas no como fortuna; aun con la casi omnipotencia del demonio angelado, saberse indestructible se vuelve peor noticia que la propia promesa de muerte para el resto de los mortales. Hasta su llegada a nuestros días, el propósito de su existencia no dejará más que preguntas y cabos aparentemente sueltos, mismos que van haciendo una historia sumamente emocionante y que en algunos pasajes, da rienda suelta a la imaginación de la autora, sin que eso signifique la pérdida de coherencia o la ganancia gratuita de absurdos o recursos que rompen las reglas aristotélicas de la literatura.
En definitiva, los puntos fuertes de esta obra pasan por la estimulación de la mente del lector valiéndose de lo mejor que Anne Rice tiene como autora: desenvolver con sensualidad las bajas pasiones de sus personajes sin reparar en moralidades sin sentido, priorizando con mesura, claro, todo lo exótico y erótico que puede ser un ángel con permisos de diablo y apetitos absolutamente animales, todavía sin perder su naturaleza metafísica.

Puntos negativos, muy pocos: las situaciones pierden fuerza después del tercer cuarto del libro, se vuelve un texto monótono y unitemático, triste si se piensa en las posibilidades argumentales que la propia escritora generó durante toda la primera mitad. Si bien el final es relativamente sorpresivo, resulta poco creíble en función del personaje que acapara la casi totalidad del volumen del texto, que a decir verdad, también podría considerarse un punto negativo, eso de no aventurarse a cambiar de derroteros con el delicioso bufete de personajes secundarios que, debe decirse, son buenísimos, cargados de carisma y personalidad.

Si lo que buscas es un libro emocionante, bien narrado y entretenido, este puede ser, pues me parece que el mejor de los halagos posibles es el hecho de ser único en su tipo, pues no es propiamente una historia vampírica, aunque se tome cierta esencia de la realidad de los mismos. Tampoco es un texto tan profundo como para huir a la primera de cambio, pero como dije, es Anne Rice y eso es garantía de historias bien contadas.


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