No puedo pensar en otra cosa
que no sea el olor de tus palabras
cada palabra es un pétalo
tejido sobre mimbre de colores
que más allá de sabores,
pasean tus labios y su aroma a fresitas
así, chiquitas, húmedas,
vestidas en sus semillas,
invitando a morder.
Cada verso, un paseo
por la andanzas inevitables
de quien se siente culpable
de probar platillo ajeno.
Te leo para verte
Te veo para olerte
tu piel, primavera de los sentidos
sustento de mis ojos .
Este valle se cubre de brisa
y hasta la montaña detiene el viento
derrite la nieve sobre de sí
absorta en el aroma de tus versos.