lunes, 31 de mayo de 2021

Reto de lectura 2021 (5/12): Décimas a Dios, de Guadalupe Amor

 

Reto de lectura 2021 (5/12): Décimas a Dios, de Guadalupe Amor

Por: Gustavo Torres G.

"Me parecen ingenuos aquellos que, creyendo sólo en la materia, piensan que tienen en su poder los secretos del universo (...) y cobardes me parecen esos otros (...) que por temor de saber algo nuevo e incómodo, heredan un Dios, usan y abusan de él, y así creen que resuelven sus conflictos con la vida y con la muerte" (Amor, 1953).

El calendario literario marcó poesía para el mes de mayo, la elección fue complicada. Entre los montones de opciones por tomar, recordé a una vieja vieja, viejísima, desprestigiada por las élites y convertida en la comidilla de la farándula y política mexicana a lo largo del tiempo: Pita Amor.

Autodenominada la undécima musa, una especie de lujo inmerecido para nuestro país, Guadalupe Amor fue una mujer que se codeó con la auténtica crema y nata de su época, tanto de México, como del extranjero; se le sabe, por ejemplo, vínculos con Picasso, Dalí, Rulfo, Khalo, y un inmenso etcétera que explican con lujo de razón su posterior postura de diva. Su parentesco con la inmamable Elena Poniatowska (lo siento, no soporto a esa señora) le validaba todavía más para decirse y sentirse de la alcurnia (muy en el sentido porfirista de la expresión) que se fue diluyendo con el inevitable paso del tiempo. Aun así, parte de su obra quedó realmente para la posteridad, aunque tal vez no con el nivel de reconocimiento que siempre reclamó (se le considera en el mundillo literario, una especie de poetisa de bajo nivel) y pocas veces obtuvo.

La compilación de poemas que elegí ha sido Décimas a Dios, un librito que se alcanza a terminar en media hora, pero que definitivamente deja huella para la eternidad, ya sea por lo increíblemente ligera que resulta la lectura, sin metáforas, sin figuras retóricas demasiado rebuscadas, o por el contrario, lo pesado que seguramente fue en su época, a mediados del siglo pasado, pues ella no escatima en dudar de Dios, sobre todo reconociendo su ausencia como principal evidencia de su existencia, pero ante todo, por su incapacidad reconocida de ser humana, un ente de carne y hueso incapaz de dimensionar lo que Él o Eso significa para su propia vida.



Como de costumbre, Pita Amor hace gala de su musicalidad en décimas perfectamente ajustadas a la métrica más tradicional, contrastando con lo contestatario que resulta su discurso de reclamo, a veces lleno de odio, a veces de amor, pero nunca falto de pasión, generando interesantes pretextos para transformarse ella misma en su propio anatema. La maestría de su sencillez reluce como pocas veces en el resto de su obra.



Con incisiva sinceridad, los reclamos al Todopoderoso no cesan ni una estrofa a lo largo de todo el libro, y con lógica aplastante, convierte las rimas consonantes en su mejor arma contra la legítima duda acerca de la validez de la existencia y creencia de Dios.



Décimas a Dios es transgresor, es rápido, contundente y un verdadero caramelo para quienes se van iniciando en la lírica, el más puro y potente de los géneros literarios, es casi como un carnaval hermoso de palabras.

 De Pita, se hicieron innumerables parodias, sobre todo en la triste, tristísima etapa final de su vida, si no mal recuerdo, a inicios de los dosmiles, cuando prácticamente nada del glamour y el lujo de antaño quedaba en aquella señora decrépita, loca y que terminó viviendo en su mansión abandonada, cayéndose a pedazos y con ella caminando entre sus propias heces; una muerte acaso injustamente antipoética para quien llegara a reconocerse (al menos desde mi punto de vista) como la primera, única y auténtica feminista desde el arte contemporáneo, sí, como cuarenta escalones debajo de una auténtica deidad como Juana de Asbaje, pero lo suficientemente lúcida como para componer su implacable Letanía de mis defectos, que arrojaba inclemente:

Soy histérica, loca, desquiciada;
pero a la eternidad ya sentenciada.

Grande, Pita Amor. Grande para siempre.



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lunes, 3 de mayo de 2021

Reto de lectura 2021 (4/12): El chico sobre la caja de madera, de Leon Leyson

Reto de lectura 2021 (4/12): El chico sobre la caja de madera, de Leon Leyson

Por: Gustavo Torres G.

Con el reto de leer en abril algo basado en una historia real, prácticamente pesqué una de las sugerencias hechas para el club de lectura en la escuela donde trabajo, y utilizo ese verbo porque realmente no es un género al que sea muy afecto, en muchos sentidos disfruto mucho más la consulta directa en la bibliografía especializada que en la novelización del hecho que me digan. No menosprecio la narrativa histórica es pos de una intención literaria, de hecho, creo que el valor de estas es tremendo cuando viene de alguien que estuvo en el tiempo y lugar en cuestión, tal como sucede con este relato autobiográfico del que hablaré brevemente.

¿Merece una reseña más amplia? No lo sé, igual sí, habrá quienes estén todavía dentro del natural hype que despierta el conocimiento y descubrimiento de los sucesos tras cada una de las guerras mundiales, en especial la segunda, resulta terrible y trágicamente fascinante, pero en mi caso, ese asombro ha pasado a ser desde hace ya rato una especie de asco por datos que en verdad ya no resulta agradable repasar. Como docente me ha tocado ver el tema una y otra vez en diferentes niveles, siempre por necesidad de los contenidos que deben abordarse, y por absoluta curiosidad, años atrás me ví absorto en las bibliotecas locales escarbando en el material disponible tanto en texto como en audio y video, con tal de conocer a fondo tan lamentable episodio. 

A quienes hayan visto La Lista de Schindler, de Steven Spielberg, El chico sobre la caja de madera les dará un apéndice exquisito (históricamente hablando) dentro de la vida de uno de los sobrevivientes cuya vida posterior a la guerra se debe absolutamente a los actos absolutamente heroicos del ya mencionado Óskar Schindler; Leon Leyson cuenta con detalle cómo fue la llegada del ejército nazi a Polonia, por allá de 1938, destruyendo la vida tal cual se conocía de la totalidad de sus habitantes, y por supuesto, de su familia. No porque ya se conozcan las circunstancias de los campos de concentración y las condiciones en a las que era sometido el pueblo judío deja de ser un relato fascinante, tristemente fascinante; resulta sofocante volver a presenciar, a través de las palabras, las aberraciones y abusos de los uniformados alemanes tras el discurso antisemita con el cual operaban política e ideológicamente.

La muerte  de Tsalig, uno de los hermanos de Leon, me quebró absolutamente, era justo el tipo de cosas que sabía me iba a encontrar en la lectura y debo decir que para efectos meramente literarios, fue lo mejor que encontré en el libro: breve, elegante, conmovedor, desgarrador. Resana, restaura el alma en cierta medida el final de la historia, que sirve de epílogo para quienes, de nuevo, tengan fresca la referencia la película de Spielberg. No sucede nada extraordinario, pero no deja de ser interesante saber qué fue de los miles de refugiados en Estados Unidos el el periodo de posguerra, aunque rescato la contundente forma en que Leyson dictamina sin recato que la Norteamérica que el idealizaba no es en realidad tan distinta de lo que sucedió en Europa años detrás, esto en referencia a cómo presencia actos de racismo durante los años subsecuentes...

Valoración final: el autor no es un genio literario, queda claro, el manejo del lenguaje es ajustado, con apenas media cucharada de literariedad, y eso sí, mucha literalidad, tal cual el fin histórico que persigue hace fiel su discurso. Conmueven los hechos, no las palabras, si es eso lo que se busca, hay varios autores que le dan la vuelta varias veces, sin embargo, como ya he dicho, abrir una veta más hacia ese pasado que ya no debe repetirse bajo ninguna circunstancia, tiene su mérito, y el respeto es absoluto cuando se sabe que el autor deja parte de su alma en un relato por cuando menos interesante, se va como agua si se tiene referencias mínimas en lo histórico y por supuesto, un poco de corazón para soportar los horrores de la guerra desde adentro.





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